Maria Paola Giobbi
Traducción de Ema Luz Casalena
La Congregación de las Monjas Piadosas Obreras de la Inmaculada Concepción, dichas comúnmente Concepcioionistas, nació de una inspiración divina acogida generosamente por Francesco Antonio Marcucci desde el septiembre de 1738 y realizada, como él escribe, “después de muchas oraciones, fatigas y penas, en la ciudad de Ascoli, el día 8 de diciembre de 1744, fiesta de Nuestra Inmaculada Señora”. El Obispo Monseñor Tommaso Marana, que ya tuvo modo de apreciar las dotes y el espesor espiritual del joven Francesco Antonio, le concedió el permiso de la fundación y la llena confianza del gobierno de ella.
La vida comunitaria de las cuatro primeras monjas – María Tecla Relucenti, María Giacoma Aloisi, María Dionisia Paci y María Caterina Silvestri – empezó en la pobreza. Ninguna de ellas llevó la dote asignada por su familia, ni el Fundador pudo contar con sus bienes, que no eran todavía en su posesión. En cambio, informado de los modelos administrativos de sus tiempos y ayudado por el padre, el abogado Leopoldo, y por un sorprendente movimiento de préstamos y adquisiciones, él logró constituir un congruo fondo por la Congregación y dotarla poco a poco con todas las estructuras necesarias por la vida comunitaria, por las actividades apostólicas y por el decoro de la iglesia.
De manera particular Don Marcucci curó la formación humana, cultural y espiritual de los miembros de su Congregación, con verdadera humildad, total dedicación, confianza en Dios y en la Inmaculada su Madre. Para cumplir este grave empeño, durante los primeros tres años de la fundación renunció a todos los empeños pastorales y de predicación, aunque ellos habrían contribuido a sustentar económicamente y a hacer conocer la Congregación.
El 30 de septiembre de 1747 abrió en el monasterio la Academia de la Inmaculada Concepción, que fue estructurada como una pequeña universidad; junto a las monjas, podían participar las mujeres laicas, dispuestas a abrazar el programa de estudio y las finalidades de la Academia. El objetivo era la formación cultural y la santidad de vida de sus miembros, siguiendo el ejemplo de las mujeres virtuosas del pasado, para defender el misterio de la Inmaculada Concepción de María. La Academia alcanzó ampliamente el objetivo del Fundador: las monjas conversas entregadas a los trabajos manuales, fueron iniciadas también al estudio y a la lectura, superando así las fuertes discriminaciones de clase del tiempo.
Tres meses después de su fundación, el 6 de marzo de 1745, la “Escuela piadosa de la doctrina y los trabajos” fue abierta para las niñas pobres y ricas de la ciudad. Aunque las solicitudes fueran numerosas, inicialmente fueron acogidas sólo 24 niñas, doce por cada una de las dos maestras. El 14 de marzo 1745 Madre Tecla tuvo su primera clase de catequesis a las mujeres, que suscitó estupor y maravilla, como indicado en las Memorias de la Congregación: “pareció cosa nueva y casi prodigiosa oir a religiosas que enseñaban y explicaban la Doctrina cristiana y luego recitaban un sagrado ejemplo, y hacian una exhortación fervorosa.”
El 29 de mayo de 1749 el Fundador abrió el internado por la educación intelectual y práctica de las mojas y preparó un esmerado programa. La Escuela Piadosa se convirtió en un centro de catequesis que se dirigió no sólo a las alumnas, pero a las mujeres de cada edad y condición social.
En 1758 se empezaron a instruir gratis a pequeños grupos de comunicandas, por 10 días, para ayudarlas a prepararse a recibir el sacramento de la eucaristía. El siguiente folleto ilustra el número de comunicandas por cada año(registro del período 1758-1770):
1758>2 – 1759>3 – 1760> 2 – 1761>3 – 1762>3 – 1763>3 – 1764>1 – 1765>3 – 1766>4 – 1767>7 – 1768>8 – 1769>5 – 1970>5.
El método educativo propuesto por Marcucci está basado en una incansable búsqueda para encontrar la dirección mejor para ayudar el educando a comprender y a crecer, en un clima de alegría, de serenidad y de amor. A una maestra que él juzgó rígida en el método de enseñar, encomendó: “Quien enseña tiene que intentar mil caminos, dar mil estímulos, emplear mil términos, pensar mil medios, y con un clara y varia comunicatividad tiene que elijir, repitir; y tiene que emplear cada manera, que también las piedras reciban impresión.”
Algunos años más tarde, él escribió de Roma a sor a María Emanuele Capozi:
“Las plantas tiernas convien cultivarlas con mano gentil, paciente y agradable. Las manos rudas las rompen y pierden en vano su tiempo. El espíritu de las Constituciones se basa en la dulce caridad. Quien piensa de otra manera no coge el significado. A veces conviene hacerse niña con las niñas, para ganarlas a Dios y volverlas a tener el espíritu alegre y dócil.”
La Escuela Piadosa de Don Marcucci fue la primera escuela femenina abierta en Ascoli para las chicas y las mujeres de cada clase social y edad. Con ella se ofreció a la mujer la oportunidad de elevarse culturalmente y espiritualmente y así poder incidir positivamente en la sociedad, hasta sanearla y mejorarla inspirándose en María Inmaculada y apoyándose sobre su potente intercesión. No es difícil imaginar cuantas resistencias, envidias y celos y, en el mismo tiempo, cuanto consuelo y entusiasmo una propuesta tan alta provocó.
A pesar de las dificultades de cada género, el Instituto de Monseñor Marcucci se introdujo positivamente en el tejido social y religioso de la ciudad, por la continua y paciente obra del Fundador y la correspondencia generosa de las Piadosas Obreras, que pronto tuvieron apreciación por la ejemplaridad de su vida y el servicio social cada vez más calificado qué ofrecieron.
A la muerte del Fundador (1798) la Congregación tenia quince miembros ( diez monjas profesas, porque durante su vida habian muerto doce de ellas). Cuando el 15 de junio de 1801 el cardinal Archetti, obispo de Ascoli, regresó a la ciudad después de la llegada de Napoleón y visitó el monasterio, se complació en su buen curso y apreció la óptima impostación dada por el Fundador. Pero había graves dificultades al horizonte.
El 18 de septiembre de 1810 inició la supresión napoleónica de las congregaciones religiosas. El Gobierno francés ordenó a los religiosos de abandonar el vestido religioso, al interior y al exterior del monasterio. Las Piadosas Obreras, conducidas por la superiora sor María Santina Antonini, obedecieron con espíritu de fe, vistieron el vestido secular, dejándo debajo sus escapulares.
El 31 de octubre de 1811 todas las religiosas de la ciudad fueron forzadas a dejar los monasterios dónde residían, a excepción de la Escuela Piadosa de las monjas de Don Marcucci, que inició a acoger también las jovenes procedentes de los monasterios cerrados. Cuatro años más tarde, las Piadosas Obreras también fueron obligadas a dejar su residencia para cederla al ejército napoleónico que se acuarteló ahí; las monjas se retiraron, en pequeños gruppos de tres o cuatro, en casas privadas alquiladas, dónde continuaron, como escribió Luigi Torresi, el director didáctico de la Escuela Piadosa, “con ejemplar abnegación la obra educativa”.
El 25 de marzo de 1822, fiesta de la Anunciación, las siete monjas sobrevivientes pudieron regresar al monasterio, celebrar con alegría y gratitud su reabertura y llevar el vestido religioso de la Inmaculada: fue el primer monasterio que se reabrió en la ciudad. Las monjas retomaron con alacridad su misión educativa, limpiaron las habitaciones y construyeron el coro; su número subió a 26. El 8 de diciembre de 1844, celebraron el primer centenario de la fundación con grande entusiasmo espiritual y participación de pueblo.
Diez años más tarde, el 8 de diciembre de 1854, papa Pio IX proclamó solemnemente la dogma de la Inmaculada Concepción; las Piadosas Obreras organizaron espléndidos festejos con un aflujo extraordinario de personas. El 19 de mayo de1858, con ocasión del viaje al Estado Pontificio, el Beato Pio IX visitó Ascoli y el monasterio dedicado a la Inmaculada, 110 años antes de la proclamación de la dogma. En la sala dónde el Papa admitió todas las religiosas de la ciudad a besar sus pies, hay una pintura y una placa a recuerdo.
La constitución del Reino de Italia entre el 1860-61 dejó abiertos muchos y graves problemas: el cumplimiento de la unidad nacional, la regularización de las relaciones entre Estado e Iglesia, la elevación del país de la pobreza, del déficit público y del analfabetismo. Con el Decreto del 11 de diciembre de 1860, el rey Vittorio Emanuele II ordenó la supresión de todas las congregaciones religiosas y la confiscación de sus bienes. En las Marcas fueron exentadas tres de Congregaciones, porque entregadas a servicios caritativos y sociales, entre esas la congregación de las Piadosas Obreras.
Los ciudadanos ascolanos conseguieron esa gracia, escribe Torresi, porque como ” responsables de la cosa pública, en recompensa de los largos favores hechos por la Escuela de las Piadosas Obreras de Ascoli Piceno, preguntaron y consiguieron un Regio Decreto que las salvó de la general supresión.” El 16 de agosto de 1865, a motivo de la pendiente invasión del cólera asiático, el inspector escolar obligó el inmediato cierre del internado y de la escuela, con gran pena de todos. El año siguiente, Vittorio Emanuele II reforzó la ley de la supresión mandando un censo en los monasterios con el orden que queden solo las religiosas profesadas antes de1860. En esa fecha las Piadosas Obreras eran doce.
En 1867 se reabrió la escuela que alcanzó el número de cien alumnas y poco a poco aumentó. Para poder satisfacer las exigencias de los programas gubernativos, las monjas hicieron venir de Turín a una maestra habilitada, la Señorita Teresa Gorzegno, que enseñó por cuarenta años y dirigió la escuela, distinguiéndose por competencia y capacidad, que las varias autoridades escolares de la ciudad reconocieron. Ella murió en el instituto el 30 de diciembre de1914.
El 13 de septiembre de 1866 llegó el orden de la supresión sin liquidación de jubilación y el 14 de mayo de 1867, en menos de dos horas, todo el capital de la Congregación fue confiscado. Solamente tres años más tarde, el 22 de octubre de 1869, las monjas consiguieron la jubilación mínima. Luego en 1892, el Fondo Culto de Roma decretó de concentrar a las religiosas de la ciudad por desocupar algunos edificios a empleos públicos. Del censo efectuado resultó que las Piadosas Obreras eran solamente 5, casi todas ancianas y enfermas; por tanto propusieron de hacerlas desalojar.
La Madre Prefecta Agnese Savini, que regió la Comunidad por cuarenta y cinco años, luchó hasta lo último con inteligencia y con gran confianza en Dios y en la Inmaculada contra estas graves dificultades. Escribió varias cartas a las autoridades competentes para salvar los derechos de la querida Congregación y logró hacerlo. Una vez más, gracias a la instrucción pública que las monjas cuidaban, no fueron echadas del monasterio; les fue asignada una parte de ello, suficiente por la comunidad, por las escuelas y el relativo personal.
Las monjas siguieron curando mucho la escuela que fue honrada siempre por la participación de niñas de cada clase social, con satisfacción de los padres y de las competentes autoridades. De la relación del Regio Inspector Escolar cav. Mariano, efectuada el 9 de diciembre de 1899 y aprobada por el superintendente de enseñanza prof. E. Passamonti, podemos conocer que las alumnas inscritas eran 144; las aulas suficientemente aptas y amuebladas; había buenos locales por el recreo y eran apreciadas sus óptimas costumbres de orden y limpieza.
Los programas y los libros de texto eran conformes a las prescripciones gubernativas por las públicas escuelas. Además la escuela, siendo gratuita, redució los gastos del Ayuntamiento (un gasto anual aproximadamente de 2.000 liras). En el libro “Instrucción de la Provincia de Ascoli Piceno”, de 1899, Giuseppe Castelli refiere la siguiente frase del prof. E. Passamonti: “Gratitud a vosotras, beneméritas Piadosas Obreras, modestas y humildes como la violeta que, aunque escondida, esparce alrededor su casto y suave perfume, por alegrarar el ánimo de los transeúntes.”
El 17 de diciembre de 1895 la nueva superiora Cristina Pilotti instruyó una causa contra la Propiedad del Estado y del Culto, ayudada por la inteligente sor M. Serafina Saladini y de los válidos abogados Giuseppe María Mazzocchi y Corso Donati; seis años más tardes consiguió una parcial reintegración de los bienes de la Congregación. El 12 de julio de 1902 “se tuvo el consuelo de ver completados la cañería del agua potable en la cocina, el refectorio, el claustro, los servicios y otros sitios necesarios”.
El 15 de agosto de 1903 fue desalojada la antigua casa de huéspedes del monasterio, casa del venerado Fundador, ocupada por 29 años por la guardería infantil del Ayuntamiento.
Como los cuarenta años en el desierto sirvieron al pueblo hebreo a purificarlo y reforzarlo en la fe, así se puede decir de nuestra Congregación. Después de estas difíciles pruebas, la Congregación refloreció prodigiosamente gracias al empeño generoso de las monjas que, sostenidas e inspiradas por el carisma del Fundador, utilizaron cada medio para restaurar el edificio y la iglesia y reabrieron el colegio.
El 29 de octubre de 1914, entre los peligros y los temores por la pendiente primera guerra mundial, la intrépida superiora Madre Teresa Taliani abrió la primera casa filial a Cupramarittima y la Escuela Superior de Religión en la Casa Madre de Ascoli.
El 13 de diciembre de 1915 la misma superiora, ardientemente deseosa de introducir la causa de canonización de monseñor Marcucci, consiguió el permiso de desenterrar su cuerpo sepultado en la iglesia de la Inmaculada. Además, con el acercarse del segundo centenario del nacimiento del Fundador (1917), encargó el canónico Arcangelo Rossi Brunori de escribir su biografía, que fue muy estimada, y una oración a la Santísima Trinidad para preguntar el regalo de su beatificación.
En los años Veinte la Congregación registró un incremento considerable de miembros y de nuevas comunidades. El 4 de agosto de 1929 fue elegida la primera Madre Superiora General, Madre Pia Raffo (1880 -1960); fue puesta al día la Regla del Fundador según el nuevo Código de Derecho Canónigo y que fue aprobada definitivamente en 1941. El 14 de diciembre de 1929 Papa Pio XI contestó positivamente a la pregunta de Madre Pia Raffo de poder acoger en sus escuelas también los chicos, hasta los doce años. El Capítulo General de1981 deliberó de acoger los chicos en las escuelas de cada orden y grado.
En 1943, cuando fue elegida Superiora General M. Caterina Pavoni, (1901 -1975), la Congregación contaba a 120 monjas, con más de 25 maestras, 2 licenciadas y algunos estudiantes en los institutos superiores, subdivididas en 18 comunidades desplazadas en varias ciudades de provincia y 4 en Roma. En Ascoli eran activos un colegio femenino, apreciado por las autoridades escolares locales, una escuela primaria equiparada con 5 clases, una pensión agregada al colegio que tenia óptima reputación y ancho prestigio; una escuela y un orfanato a Fasano (BA); guarderías y laboratorios en otros lugares, con una población escolar de acerca 2.000 alumnas. En 1949 fueron transferidas a Roma, en dos diferentes comunidades, la Curia Generalizia y el Noviciado.
Madre Bernardetta Cerolini, Superiora General de 1957 a 1969, el 5 de mayo de 1963 abrió en Ascoli el Proceso Diocesano por la beatificación de Monseñor Marcucci, que se concludió el 28 de diciembre de 1968. Fue encaminado también el trabajo por la revisión y la puesta al día de las Reglas.
Madre Petronilla Olori, Superiora General de 1969 a 1981, realizó un deseo de la Congregación: el 28 de octubre de 1978 abrió la primera comunidad misionera en Brasil, en Capitao Leónidas Marques, en el Estado de Paranà.
En 1981 la Congregación contaba 170 miembros . El VIII Capítulo General eligió Superiora General a Madre Giacinta Beltrami, que el 16 de enero de 1989 abrió la comunidad misionera de Manila, en las Filipinas.
Madre Roberta Torquati le sucedió y con ella se celebraron significativas manifestaciones por los 250 años de la fundación (1994), por los 200 años de la muerte del Fundador (1998), y por los 300 años del nacimiento de Madre Tecla Relucenti ( 1704 -2004).
Entre las varias iniciativas hay que recordar la abertura de dos importantes escuelas, el Instituto de la Comunicación en Ascoli, una escuela primaria en San Benedetto del Tronto, y la publicación de varios escritos del Fundador.
En 2001 todas las escuelas de Italia de la Congregación han conseguido el Decreto de equiparación escolar.
Hoy la Congregación tiene un carácter internacional. Entre sus miembros cuenta 120 profesas italianas; 20 brasileñas; 9 filipinas; 2 malgaches con varias comunidades en los correspondientes Países. La última comunidad misionera fue abierta en Madagascar el 6 de septiembre de 2003, en Morarano Chrome, dónde, en septiembre de 2005, empezó a funcionar la escuela de la infancia. El 2 agosto del mismo año, en el curso del XII Capítulo General de la Congregación, desarrollado en la Casa Madre de Ascoli, Madre Virgilia Trasatti fue elegida Superiora General.